Principales diferencias entre divorcio y divorcio exprés
De la misma forma que casarse lleva su tiempo, un divorcio no es cuestión de horas. No obstante, se pueden agilizar los trámites a través del divorcio exprés. ¿En qué consiste? ¿Qué lo diferencia de un divorcio ordinario? ¿En cuánto tiempo se puede conseguir? Respondemos a todas estas preguntas a continuación.
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Reducción de costes y trámites
En lenguaje llano, el divorcio exprés vendría a ser un tipo de divorcio “low cost”. Este permite reducir los costes y trámites de un divorcio convencional. Básicamente simplifica el procedimiento de disolución de un matrimonio convencional a todos los niveles. Es, por tanto, la opción más sencilla y económica a la hora de divorciarse, pero no siempre es la más indicada. Se debe ajustar a unas pautas que fundamentalmente contemplan aquellos supuestos en los que no cabe la posibilidad de complicaciones. Es decir, antes de optar por el divorcio exprés conviene estar seguro de que no habrán imprevistos durante el proceso.
Divorcio exprés para disoluciones amistosas
Puede ser que a priori no haya acuerdo sobre repartición de bienes y/o responsabilidades conjuntas como puede ser una custodia. Si lo tuyo es un divorcio complicado, lo mejor es que optes por el divorcio convencional. El divorcio exprés no contempla complicaciones en el proceso. Está especialmente pensado para casos sencillos y, sobre todo, fáciles de resolver. En otras palabras, matrimonios sin hijos o con hijos mayores de edad ya emancipados, sin propiedades en común ni ningún otro vínculo que tenga que perdurar en el tiempo más allá de la disolución. Vendría a estar indicado en aquellos casos en los que las partes se desvincularán completamente la una de la otra. Es decir, una vez ratificado el divorcio, los excónyuges emprenderán caminos totalmente por separado. En esos casos tan solo bastaría con firmar un convenio regulador de divorcio y ratificarlo después en el juzgado delante del secretario judicial.
Divorcio tradicional en la lucha de derechos
El divorcio convencional es un poco más costoso que el divorcio exprés en todos los sentidos. Sale más caro y probablemente se dilate mucho más en el tiempo. No obstante, a veces corre más quién camina despacio, especialmente si existen circunstancias de por medio complicadas de resolver. En esos casos en los que hay mucho en juego, ya no solo a nivel económico, conviene informarse bien con un abogado. Es importante tener en cuenta que las decisiones que se tomen en ese momento pueden condicionar toda una vida.
Lo más probable es que el proceso se demore. No obstante, con esta opción conoceremos al detalle todos los pasos que debemos dar para nuestro mayor beneficio y tranquilidad en un futuro. Además, nos informarán sobre los tipos de guardia y custodia para menores y cuál es el más indicado en nuestro caso, si tenemos. También nos pondrán en conocimiento sobre el pago de pensiones de alimentos para los hijos y sobre las disoluciones de regímenes económicos matrimoniales. Y luego está la partición de bienes y propiedades en común que pudiéramos tener. Para todo ello conviene documentarse bien y dejarse asesorar. Aunque el proceso se pueda demorar un poco más y nos cueste más dinero, conviene recordar que a veces lo barato, a la larga, sale caro.
Por tanto, en resumen, si hay que hilar fino a la hora de defender los derechos de los cónyuges lo mejor es optar por el divorcio tradicional. El divorcio exprés está reservado para nulas o pocas complicaciones.
Procedimiento judicial del divorcio exprés
Tanto en el divorcio exprés como en el convencional de toda la vida, el proceso se inicia con una demanda de divorcio. Se trata simplemente de una petición pues puede ser de mutuo acuerdo. En esos casos, la demanda es presentada de forma conjunta por los dos cónyuges. También puede ser presentada solo por uno de los dos, con el consentimiento del otro.
Junto con la demanda se debe presentar un documento llamado Convenio Regulador en el que se recogen los términos del divorcio previamente pactados. Es decir, ahí quedan recogidos todos los supuestos que intervienen en dicho proceso de divorcio. Entre ellos estaría el cuidado de los hijos sujetos a patria potestad o el régimen de visitas. El Convenio también recoge a quién se le atribuye la vivienda y la liquidación del régimen económico matrimonial. Aquí entraría la pensión que se deba abonar, según el caso, a uno de los cónyuges.
Una vez admitida la demanda a trámite, se cita a los cónyuges para que se ratifiquen en su petición de divorcio. Deberán hacerlo en el juzgado ratificando a su vez los términos del convenio regulador que han presentado. El Juez dicta sentencia aprobando dichos términos y el divorcio ya es una realidad: los cónyuges ya están felizmente divorciados.
Si no hay hijos de por medio, el trámite del divorcio exprés es muy rápido, aparte de económico. En el caso de tener menores en común o hijos incapacitados puede demorarse un poco más. En ese caso se requiere de la aprobación del Ministerio Fiscal.
Demanda de divorcio en los procesos contenciosos
En los procesos llamados “no amistosos”, uno de los cónyuges presenta la demanda. Esta debe incluir toda la documentación relativa al proceso de divorcio. Si se solicitan medidas de carácter patrimonial, por ejemplo, se deben incluir todos aquellos documentos relativos. Aparte, para temas de pensión u otros, se deberá probar la situación económica de los cónyuges.
Una vez interpuesta la demanda, ésta le será notificada al otro cónyuge quién podrá interponer una reconvención, es decir, otra demanda contra el inicialmente demandante. Posteriormente, se fijará fecha para la vista, en la que deberán comparecer ambos cónyuges junto con sus abogados. Si existen hijos menores, serán escuchados si se considerara necesario siempre y cuando sean mayores de 12 años.
El Juez considerará todas las pruebas aportadas y escuchará a ambas partes si todavía no han llegado a ningún acuerdo entre ellos. Finalmente dictará sentencia.